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Barco Centenera, Martín del

España, (1535-1605)

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BIOGRAFÍA

Martín del Barco Centenera fue un poeta de origen español. Nació en Logrosán, en la diócesis de Plasencia de Extremadura, en 1535 y falleció en 1602. Luego de ser ordenado sacerdote participó como capellán en la expedición de Juan Ortiz de Zárate al Rio de la Plata, tierras que hoy forman parte del territorio argentino, y en la que se desenvolvería durante veinticuatro años. Por el servicio prestado a su país fue nombrado archidiácono del Paraguay. En 1582 viajó a Lima para presentar informes sobre la situación del Estado guaraní; allí actuó como secretario del tercer concilio de Lima, y fue testigo de la revolución de Vilcabamba. Allí se desenvolvió también como Comisario del Santo Oficio de Cochabamba. Fue acusado y condenado con la privación de su oficio de Inquisidor, el 14 de Agosto de 1590. Los cargos fueron haber publicado bandos en Oropesa y Cochabamba, tratando a sus vecinos de "judíos y moros", y haber ejercido venganza contra sus enemigos personales mediante aplicación de la autoridad que le confería su cargo.
Luego de retornar a Portugal se dedicó a finalizar un poema épico y ejemplarizante, titulado "La Argentina", dedicado al virrey de Portugal, Felipe III de España, finalmente publicado póstumamente en 1602 en Lisboa. Este poema dio origen al nombre del país homónimo.
Obras [editar]
• La Argentina, poema sobre la conquista del Río de la Plata,
Enlaces externos [editar]

• Wikisource en español contiene obras originales de Martín del Barco Centenera.
• Barco Centenera de Miguel Maguiño Veneros
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_del_Barco_Centenera"


Fuente: http://es.wikipedia.org


ENSAYOS


UN HISTORIADOR PRIMITIVO DE LAS INDIAS OCCIDENTALES:
EL DISCURSO RELIGIOSO EN LOS HECHOS
OCURRIDOS EN VILCABAMBA
BARCO CENTENERA: EL DISCURSO RELIGIOSO Y VILCABAMBA


Miguel Maguiño Veneros


Sin reinterpretar ni malentender constantemente
el lenguaje, no se puede realizar ningún
descubrimiento ni ningún progreso.

P. Feyerabend


La obra de Martín del Barco Centenera es casi desconocida en nuestro país . Este escritor de origen español sólo escribió un texto dedicado casi en su totalidad a la conquista del Río de la Plata, razón por la cual no ha sido tenido en cuenta dentro de los recientes estudios sobre la colonia y más estrictamente sobre los hechos ocurridos en Vilcabamba, al cual hace referencia su libro en el canto XVII.

Por ello no es de extrañar que no encontremos su nombre consignado en los, ahora muy de moda, estudios postcoloniales. Ni tampoco sorprende que no se le consigne en el momento de tratar el tema de la “resistencia en Vilcabamba”, puesto que la mayoría de estudiosos a la hora de abordar dicho tema sólo hacen referencia a las crónicas escritas en el Perú por los dos bandos en conflicto, es decir, realizan un cotejo entre la crónica indígena y la española .

Nosotros podemos aventurar un par de hipótesis que podrían explicar este olvido. En primer lugar, como hemos señalado líneas arriba, está el hecho de que no es un texto que trate del Perú directamente, razón por la cual ha sido dejado de lado a la hora de realizar estudios relacionados con nuestro país; y, en segundo lugar, y quizás el más importante, es que no se trata de una crónica, sino más bien de un poema épico.

Ahora bien, a la hora de realizar estudios dedicados a los hechos ocurridos en Vilcabamba se privilegia como documentos dignos de crédito las crónicas, tanto indígenas como españolas, con la intención de explorar los diferentes mecanismos mediante los cuales cada sector ha procesado y modelado su pasado.
Esta reciente incorporación de la crónica indígena dentro de los estudios postcoloniales resume una nueva forma de entender el proceso histórico (proceso por lo demás plural en nuestro país), pero el problema surge cuando a esta ampliación del corpus sólo se le incorporan “testimonios de cronistas autóctonos” , dejando de lado otras manifestaciones escritúrales españolas que no se condicen necesariamente con lo expuesto en las crónicas.

Nosotros realizaremos un breve análisis de la obra de Del Barco Centenera señalando la peculiar forma que tuvo este personaje de comprender los hechos sucedidos en Vilcabamba. Para ello centraremos nuestro análisis en el canto XVII, al cual el autor lo describe en los siguientes términos: En este canto se trata de la muerte, i justicia, que hizo el Virrei Don Francisco de Toledo, Don Diego de Mendoza, en Potosí: i del Gran Señor Topomaro en el Cuzco .

Antes de realizar el análisis del canto XVII es necesario ofrecer una breve biografía de la vida de su autor, así como una sucinta descripción de su poema, pues como ya se ha indicado, esta información es muy escasa.

Martín del Barco Centenera nació en Logrosán, España, en 1535 y viajó hacia tierras americanas el año de 1562, en clase de capellán, con la armada de Juan Ortiz de Zárate. Acompañó a éste en la expedición al Río de la Plata y es considerado como uno de sus conquistadores. Por los méritos prestados a España fue nombrado Arcediano de la Iglesia de Paraguay. El año de 1583 estuvo en Lima presentando un informe sobre el estado de Paraguay. Siendo comisario del Santo Oficio de Cochabamba fue acusado y condenado con la privación de todo oficio de Inquisición, el 14 de Agosto de 1590. Se le probó haber sustentado bandos en la villa de Oropesa y valle de Cochabamba, a cuyos vecinos trataba de judíos y moros, vengándose de los que hablaban mal de él, mediante la autoridad que le confería su oficio. Regresó a Europa el año de 1596 y publicó su obra en Lisboa el año de 1602. Ese mismo año falleció. Se dice que escribió además otra obra titulada El desengaño del mundo, de la cual sólo se conoce el titulo .

Argentina, y conquista del Río de la Plata es un poema épico que está escrito en octavas reales siendo, su intención medular ofrecer historias con sentido ejemplar. En este caso se encuentra más cercano a los poemas didáctico-históricos del siglo XV que a la escritura del Renacimiento; con preferencia trata sucesos extraordinarios e incluye numerosas sentencias y disertaciones morales. Es en realidad una extraña mezcla de elementos cultos y populares: los proverbios y versos del romance alternan con numerosos latinismos y textos sagrados.

Como ya se ha señalado, nuestro análisis se va a centrar en el canto XVII de la obra de del Barco Centenera, desde la estrofa 35 hasta la 48, en las cuales se da cuenta de los hechos ocurridos en Vilcabamba.

Para Rolena Adorno el sujeto colonial produce un discurso estereotipado, el cual representa “los valores de la cultura masculina, caballeresca y cristiana”. Esto se manifestó principalmente en dos “tipos discursivos: los poemas épicos y las novelas de caballería”. Era entonces a partir de los valores nombrados que el sujeto colonizador miraba al sujeto colonizado. Por ello no sorprende que la figura más destacada en el discurso épico fuera el “cacique vencido”. Es necesario señalar que dentro de estas construcciones “los líderes indígenas no se pintaban con ningún perfil individual”, aunque existieran, también en este nivel, algunas “raras excepciones”. En ese sentido la elaboración de “Topamaro” cumple con lo apuntado por la estudiosa norteamericana.
Sin embargo es necesario señalar que la inclusión de “Topamaro” dentro de la estructura de esta obra no sólo obedece a razones religiosas; en realidad sirve dentro de esta historia, de una forma velada, para ejemplificar una lucha entre la instancia religiosa y política de la Colonia. Una lucha que esta referida a la legitimidad o no de la ejecución del último Inca de Vilcabamba.

Es así que la lectura del episodio de Vilcabamba se realiza de forma bastante inusual por nuestro autor, pues va a modificar el accionar tanto de los indios como el de los españoles, con la intención de desacreditar las acciones llevadas a cabo por el virrey Toledo. Evidenciando de esta forma conflictos al interior de dos instancias de poder en la Colonia .

En primer lugar veamos como introduce este autor a “Topamaro” dentro de su poema, para luego tratar de detectar la forma en que se manifiesta su juicio respecto de las acciones ejecutadas contra el Inca. La aparición de Tupac Amaru se encuentra enmarcada dentro de los juicios que emite el “poeta” en relación a la muerte; así nos lo deja saber cuando señala que sólo los que conocen la fe cristiana pueden esperar la muerte, pues “el virtuoso no huie de la muerte”. Pero como “Topamaro” desconocía la religión de Cristo, y por lo tanto no era virtuoso, se siente temeroso de lo que le sucederá después de la muerte, motivo por el cual el Inca es capaz de dar “ al de Toledo la vida a servedumbre”.

Pero este acto de sumisión del Inca sólo es concebido por el autor en un plano religioso, pues se dice del mismo que antes de ser apresado por las huestes de Toledo “tenía en otro tiempo fuerza señalada”, podemos constatar entonces que la figura del Inca es rebajada por un hecho concreto, su ignorancia de la fe cristiana. Lo cual, como se puede ir observando, comienza a descalificar el poder de Toledo frente al Inca, ya que si éste se muestra sumiso es sólo por ignorar la palabra de Dios.

Dejando de lado los motivos religiosos que llevan a Del Barco Centenera a descalificar al Inca, y con esto también a Toledo, es interesante la forma como el autor configura a los personajes centrales de los hechos ocurridos en Vilcabamba, con la intención de minimizar el accionar de algunos españoles. Del Inca nos dice que residía en Vilcabamba con otros “Ingas, i valientes compañeros”, formaba sus propias leyes y no hacía daño a los españoles. Además, el Inca “En sus tierras se estaba retirado / Y de los suios era respetado.” Configurando de esta manera otra versión de la “historia”, pues como sabemos Tupac Amaru sólo estuvo en el poder un año; tiempo en el cual hostilizo a los españoles, hasta que Toledo lo hizo capturar y decapitar en el Cuzco.

Pero no todas van a ser cualidades positivas, también se predica del Inca que “este Indio se jactaba de ser Señor”, siendo esta la única explicación que presenta Del Barco Centenera para la prisión del Inca, razón por la cual Toledo decide apresarlo. Podemos observar entonces que la intención política que tiene el Virrey para capturar al Inca rebelde es llevada al plano moral, y de esta manera no sólo se intenta restar importancia a la acción realizada por Toledo, sino que además se le intenta dar al problema otra jurisdicción, que pertenecía, por lo demás, a la Iglesia.

Esta misma acción, la de modificar un hecho histórico por otro, también va ser utilizada a la hora de describirnos las acciones de los españoles, pues nos dice de ellos que “muchos suelen ser desatinados / De tal suerte, en mandarles lo que quieren / Que hacen que los Indios desesperen.” La censura a las acciones de algunos españoles que evoca el discurso lascasiano es evidente, sin embargo discurso es usado de forma contraria, pues es necesario para las intenciones del “poeta”, restar credibilidad a las acciones emprendidas contra Vilcabamba.

Es más, la última ciudad inca es descrita como un reino aparte, desde donde algunos de los indios “acudían / Al Reino del Perú i sus Poblados.”, pero también como el lugar al cual podían recurrir los indios para estar a salvo de los maltratos que les infligían los españoles. Así nos dice que “muchos Indios se metían / En Vilcabamba”. En este momento podemos exponer el razonamiento seguido por del Barco Centenera en los siguientes términos: los indios no son malos, ellos huyen a Vilcabamba porque existen algunos españoles que los tratan mal, el problema es que en ese lugar se encuentra el Inca, que no es cristiano y que además se jacta de ser rey.

Pero el reclamo implícito de Del Barco Centenera no sólo se evidencia en la forma como describe tanto a indios como a españoles, sino que además introduce al interior de los propios cristianos diferencias respecto a la ejecución de Tupac Amaru. Así tenemos que en este poema existen acciones que nos muestran a otros españoles actuando “correctamente”, como por ejemplo la negación del Licenciado Polo a seguir la orden de Loyola de degollar al Inca, pues:

“no quiere hacer él tal torpeza: /
Que no halla derecho, ni por donde /
A aquel Inga cortalle la cabeza /
Y que si causa él tiene, i no la absconde: /
Se la muestre, i haralo sin pereza: /
Mas sin otro recado, que no quiere /
Ponerse al riesgo, i mal que le viniese.

Esta negación evidencia un conflicto al interior de los propios españoles respecto de qué hacer con el inca cautivo: por un lado se encuentra el pedido de Loyola, quien ha capturado al Inca, y por el otro la negación del Licenciado Polo, que ignora los motivos por los cuales se le pide degollarlo. En este estado de cosas el autor del poema introduce la voz del virrey Toledo confirmando el pedido realizado por Loyola, ordenando a su teniente “que lo hiciese / como justicia suia”, mas el Licenciado le exige “que escriviese / De su mano el mandato, i que se asiente /”.

Esta exigencia de escritura realizada por el Licenciado Polo es utilizada como una forma de respaldar lo dicho por el autor del texto: si existen documentos que prueben que fue Toledo el que firmo la sentencia de muerte del Inca, entonces lo que se ha contado en este poema es cierto.

Al tratar el autor del poema de descalificar la acción realizada por Toledo no sólo se contenta con hacerle decir y firmar en el texto que la muerte de Tupac Amaru se realiza como justicia “suia”, sino que también nos lo presenta como enfrentado a la Iglesia; así nos cuenta que “ El Virrei, que con él no aprovecharon, / Los Frailes, i un Obispo, que decía, / Que a España a Topamaro llevaría”.

Pero a pesar del pedido de los frailes y el obispo, el Inca igual será ejecutado en la plaza publica del Cuzco. El autor entonces estará evidenciando que la voz de la Iglesia no ha sido escuchada por Toledo.

Ahora bien, si retomamos, continuamos y terminamos el razonamiento que hemos iniciado respecto de la escritura de Del Barco Centenera, podemos decir que para este autor la falta de Tupac Amaru se encuentra ubicada dentro de la jurisdicción de la Iglesia, pues se le acusa de soberbia, por lo tanto el accionar de Toledo queda descalificado. Pero para demostrar la validez de su razonamiento el autor español ha debido “modificar” la historia. En realidad no le interesaba rescatar a los indios de los excesos españoles, sino más bien utilizarlos como un punto de apoyo dentro de su velada intención.

Es más, la apropiación que realiza del discurso lascasiano es sumamente interesante, ya que pone en evidencia que dentro de las manifestaciones discursivas de la Colonia se realizaban usos sumamente ideológicos de los textos. Por otro lado, y a manera de conclusión, Del Barco Centenera da a los acontecimientos históricos ocurridos en Vilcabamba una interpretación que es a la vez política y religiosa. En este sentido nos llama poderosamente la atención la coincidencia con Guamán Poma, ya que los dos traducen los excesos cometidos por Toledo a la retórica cristiana del pecado. Coincidencia que nos plantea, dentro de los actuales estudios sobre la colonia, el problema de la intencionalidad del texto y de sus interpretantes (léase: nosotros).

























Argentina / y conquista del Río / de la Plata, con otros acae- /
cimientos de los Reynos del perú, Tucumán, y esta- /
do del Brasil

Canto XVII. En este canto se trata de la muerte, i justicia, que hizo el Virrei Don Francisco de Toledo, Don Diego de Mendoza, en Potosí: i del Gran Señor Topomaro en el Cuzco


Estrofa 30 Pero aquel que no sabe, ni esta cierto
Mas antes con razon mui temeroso
Lo que ha de ser de sí despues de muerto
Con la vida se halla mui gozoso:
Así lo experimenta quien concierto
No tiene fe en su vivienda: el virtuoso
No huie de la muerte, quando entiende
Que en ella hallará lo que pretende.

Estrofa 35 El Indio Topamaro no sabia
Despues de muerto el fin de su jornada
Y tanto de la muerte se temia
Que diera al de Toledo sujectada
La vida á servedumbre, aunque tenía
En otro tiempo fuerza señalada:
Mas el proverbio, i vulgo dice, i grita
Que viva la Gallina con pepita.

Estrofa 36 Aqueste en Vilcabamba residia
Con Ingas, i valientes compañeros,
Y como por Señor él se tenía,
Formaba allá sus leies, i sus fueros
A Christianos jamás el ofendía,
Ni supe que hiciese desafueros:
En sus Tierras estaba retirado
Y de los suios era respetado.

Estrofa 37 Algunos de los quales acudían
Al Reino del Perú, i sus poblados:
Con ellos muchos Indios se metian
En Vilcabamba, siendo maltratados
De aquellos Españoles, que servian,
Que muchos suelen ser desatinados
De tal suerte, en mandarles lo que quieren
Que hacen que los Indios se desesperen.

Estrofa 38 Don Francisco, que siempre procuraba
En el Real servicio señalarse:
Como supo que este Indio se jactaba
De ser Señor, acuerda de tornarse
De Potosí, i al Cuzco se bajaba,
Y sabiendo podía confiarse
de Loyola, esta empresa le ha nombrado
Y en breve mucha gente le ha entregado.


Estrofa 41 Salio de Vilcabamba victorioso,
Y en la ciudad del Cuzco entra triunphande
Del triste Topamaro doloroso,
Que su miseria viene lamentando:
Hallose el de Toledo tan gozoso
Y el caso de tal suerte exagerando,
Que al Licenciado Polo, su Teniente
Le dice le deguelle prestamente.

Estrofa 42 Una cadena le hecha a la garganta
De fino Oro, mui rica, i bien labrada;
El Inga luego al punto se levanta
Sintiendo desto pena mui sobrada:
Loyola con sus dos victorias canta
Juzgando por dichosa tal entrada:
El Río se buelve arriba placentero,
Triumphando del captivo, i prisionero.

Estrofa 44 El Licenciado Polo le responde,
Que no quiere hacer él tal torpeza:
Que no halla derecho, ni por donde
A aquel Inga cortalle la cabeza
Y que si causa él tiene, i no la absconde:
Se la muestre, i haralo sin pereza:
Mas sin otro recado, que no quiere
Ponerse al riesgo, i mal que le viniere.

Estrofa 45 El Virrei, segundó, que lo hiciesé
Como justicia suia, i su Teniente;
El Polo se resume, en que escriviese
De su mano el mandato, i que asiente,
Que no quiere algun tiempo le pidiese
Del Inga aquella muerte algun pariente;
El Virrei ordenó luego un escrito
Del Inga publicando su delito.

Estrofa 46 Al punto que se supo de su muerte,
Que ejecutarse manda, se juntaron
En breve tantas Gentes de su suerte,
Que toda la ciudad alborotaron;
Aunque fue muirogado tuvo suerte:
El Virrei, que con él no se aprovecharon,
Los Frailes, i un Obispo, que decía,
Que a España a Topamaro llevaría.


Estrofa 47 Al fin, en una mula lo sacaron,
con un pregon, su culpa publicando,
Que los Indios por él se levantaron,
Aquesto iba el Verdugo pregonando;
Tantos indios en esto se juntaron,
El Cuzco de tal suerte alborotando,
Que necesario fue, que le rogasen
Al Inga, que mandase que callasen.

Estrofa 48 Allá en el cadahalso, pues subido
El Inga levantó en alto la mano,
Al punto el alboroto, i el ruido
Cesó: porque veáis si aquel Pagano
De sus Indios seria bien temido,
En esto determina ser Christiano,
Baptizale un Obispo, que está al lado,
Y al punto la cabeza le han cortado.








































BIBLIOGRAFIA


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